Ashes to ashes, funk to funky.

Me estoy volviendo Viejo, ya me lo habían advertido varias personas, incluso el espejo, pero soy necio, me resistía a aceptar mi cruel destino, ser un adulto.

Todo empezó la tarde de ayer, eran aproximadamente las diecinueve horas (si las siete de la tarde, es horario de verano y vivo cerca del mar, así que aquí aun es de tarde), había sido invitado por un primo a la celebración de su octavo onomástico, la cual se iba a llevar a cabo en el Burger King local (en efecto, tenemos un burger king, nuestras calles están infestadas de miríadas de baches pero tenemos un resturant de Fast food). Por lo tanto, debía comprar un regalo, pensé en regalarle su primer six de cervezas pero deduje que mis tíos no tomarían a bien ese gesto de iniciación; me puse de acuerdo con mis hermanos y fuimos a la única tienda de autoservicio decente que existe en mi terruño.

Entramos al super y lo primero que veo son largas filas en las cajas, muchas personas intentando pagar, contemple la posibilidad de retirarnos del lugar, juntar el dinero que pensábamos gastar en nuestros regalos y entregárselos a mis primo al momento de darle la mano, sorprendiéndolo, el esperaba un saludo y recibiría dinero envuelto en una servilleta nada mas “nais” que eso, sin embargo, la mirada asesina de mi hermana me disuadió de esta acción.

Recorrimos pasillos, llegamos al de los juguetes (que es lo único que se le puede regalar a un niño), me gustaron varios, tienen pequeñas replicas de star Wars, superman y demas vicios de antaño, pensé que ese seria un buen lugar para gastarme mi quincena, me acompañaba mi hermano, quien por azares del destino vivió unos meses con mi primito, así que le toco ser mi asesor, empero, mi hermano no me fue de gran ayuda, ya que solo atinó a recordar uno de los gustos del celebrado, entonces, con todo el egoísmo reunido en él, decidió utilizar ese dato en su propio beneficio y escogió regalarle unos hot wheels, para acrecentar la colección del cumpleañero.

Se hacía tarde, las filas en la caja se tornaban imposibles de soportar, total (antes de debatirlo mucho y prometer que iba a regresar por los muñecos de Star Wars), agarre un transformer y nos enfilamos a una de las filas, para nuestra fortuna, el señor que estaba formado antes de nosotros esperaba a su señora esposa que seguramente estaba pajareando en uno de los pasillos, entonces, nos cedió su lugar, situación que agilizo nuestra espera, no obstante lo anterior, las personas que ya estaban pagando, lo hacían con vales de despensa, y la cajera se veía con el típico perfil de lentitud de aquel empleado al que se le exige mucho y se le paga poco.

Por lo tanto, decidí salir al pasillo que está después de las cajas, donde vi que estaban apiladas varias cubetas que pensé eran de pintura, al acercarme descubrí que eran de impermeabilizante, como últimamente ha llovido a cantaros, me pareció interesante ver cual era el precio y la forma de utilizarlo, me dispuse a leer la instrucciones, me parecieron sencillas, de repente, se hizo la luz, ¡MADRES! Ya soy un adulto, me vino a la mente mi señor padre que cuando va a las tiendas descubre nuevos pasillos, se interna en la dimensión desconocida de las herramientas, llantas, pinturas y demás alimentos propios de las mejoras para el hogar.

Me aleje asustado de las cubetas, me uní a mis hermanos, pagamos y nos fuimos, sin embargo, la imagen de mi futuro cercano como todo un señor me inquieto el resto de la velada, por consiguiente, una vez que las hamburguesas estuvieron en nuestros estómagos, propuse que fuéramos a un lugar donde las mesas se pudieran unir para estar sentados todos juntos como Dios manda, mis primos aceptaron y fuimos a una cafetería. Al momento de ordenar, la imagen de una michelada apareció en mi mente, pedí una como tributo al six que había pensado regalarle a mi primo.

(Nota para Briela, no tengo problemas con el Alcohol, el trago es quien se entromete en mi vida).